viernes, septiembre 23, 2005

Hoy... Te ví

Hoy te ví.
Y se me llenaron de colores las pasillos que vacíos estaban de tu persona, me salí de ese film blanco y negro colgada de tu sonrisa forzada, por los pasos que te duelen cuando venís hacia mí.
Hoy te ví.
Y ví que cuando dolió me miraste y te miré, y nos miramos y nos encontramos buscándonos y nos buscamos encontrándonos. Y ví que tus ojos son grises, pero que brillan cuando te hallás en los míos.
Hoy te ví.
Y me ofreciste de tus honey lemon lyptus, para saber a tu sabor, para ese beso que no se encuentra como nuestras miradas, y te regalé un medallón de menta para que sintieras, en su hálito refrescante, mi presencia.
Hoy te ví.
Y nos encontramos.

PD1: Recibí hoy su e mail que dice "Gracias Giselle. Realmente no estoy mejor. Espero el fin de semana se pase un poco el dolor."
PD2: Hay dos muy buenos poemas que quiero linkear que del lunes a está parte me representan bastante uno de la amiga
Uma y otro de Ligustrino Campana a los que agradezco mucho el préstamo.

domingo, septiembre 18, 2005

Felicidad dormida

Me acosté sin ganas... Sentía frío, me arrebujo, me hago un bollito, no sé cómo, me duermo.
Y ahí te ví. Te ví con tu sonrisa mágica que derrite almas y fríos eternos. Estabamos hablando, nos reíamos, nos mirabamos... Fuimos a dormir la siesta, me duermo en tus brazos, me despierto en tus brazos. Tu sonrisa es el sol que me ilumina el día, la noche y ese músculo llamado corazón. Y, en tu sonrisa infinita, acaricias mi cara como joya preciada...

Me despierto y siento en mi cara esa caricia bien conocida aunque escasa en realidades...
Siento tu presencia ahí, aunque no te vea, siento tu mano en mi cara aunque no esté...
Siento la felicidad de saber, que en algún remoto lugar, estás conmigo.

Realidad desilusionada

Mi brazo me cosquillea, me avisa que cambie de posición y me muevo con esa sensación cálida en el pecho.
Mis movimientos en la cama quitan del sueño a mi compañero de lecho que posesivo empieza a explorar el contorno de mi cadera. Pienso que la felicidad que siento puede ser compartida y me dejo llevar por esas otras manos más cotidianas y concretas.
Por dos veces subí la escalera al cielo, pero me detuve en el escalón anterior, no quería entrar al cielo sola, quería ir acompañada y espere a que me alcanzara. Y cuando veo que sube los escalones de dos en dos, que ya me alcanza, siento venir el momento de felicidad compartida...
Siguió de largo. Miré sorprendida como se saltó mi escalón y solo se fue a disfrutar del cielo.
Siento ganas de llorar, levanto mi cuerpo y lo arrastro hasta el baño y de ahí a la cocina a fumarme un cigarrrillo para esfumar con el humo la impotencia y la angustia sentida.
Viene a averiguar que pasó, y no quiero hablar por que no quiero herir, por que no quiero explicar.
Siento que me hurtó la felicidad que sentía, antes de sus manos. Me esfuerzo por recuperar esa caricia éterea pero no la encuentro.
Tres lágrimas caen en mi almohada, silenciosas y apresuradas. Sentía frío, me arrebujo, me hago un bollito y no sé cómo... Me duermo.

miércoles, septiembre 14, 2005

Muñeco Roto

Está roto, no puede caminar, no puede dormir, no se puede acostar...
El dolor nace desde lo más profundo de su ser y no encuentran la forma de quitárselo...
El muñeco está roto y no puedo hacer nada para arreglarlo...
El muñeco está roto y esta espera desesperante me exaspera de quietud...
El muñeco está roto y me duele reconocer que me hace falta...
Y lo paradójico es que él tiene roto el cuerpo, y yo tengo rota el alma (*)

* Ando con el alma por el suelo...
Y antes de que se me haga jirones de tanto andar pisándomela,
no podrías aparecer para levantármela?

sábado, septiembre 10, 2005

Melancólica carencia


Camino por los pasillos,
saludo gente, sonrio,
me tomo un mate aquí,
otro ahí, otro allá...
Me siento en una clase,
algo algunas preguntas,
respondo otras,
y otras quedan sin contestar...
Ando como siempre
y como nunca desando
mis pasos que traslucen
que no van a ningún lado.
Hace varios días
que el espacio cotidiano
está vacío de sentido
por que no estás.
Melancólica carencia
de lo que nunca se ha tenido,
y que hoy, más que antes,
no tengo.