Zona de Desastre
La tormenta llegó sin avisar
una noche de invierno de mes impar,
aunque la calma siempre antecede a la tempestad
la tormenta llego para desatar,
una serie de eventos de magnitud colosal.
Un terremoto primero aconteció
una gran falla se puso en evidencia,
ampliando la brecha que siempre existió,
separando aquello que nunca tuvo coincidencia.
Un tsunami de palabras se desencadenó
destrozando lo poco que había quedado sano,
un alud de sentimientos contrariados,
me arrastró barranca abajo con dolores destajados.
El enojo brotó como lava encendida
incendiándolo todo en pos del alma herida,
avivando rencores, lacerando esperanzas,
destruyendo el equilibrio de la templanza.
Un tornado sobrevino finalmente
llevándose fragmentos de ilusiones perennes,
sentimientos agraviados, amores inmanentes,
manojos de sueños, la alegría intermitente.
Me encontré en un paraje ajeno
lejos de la brisa dulce y salada,
lejos del azul y mi playa adorada.
Me encontré en un laberíntico desierto
sin voz, sin palabras, sin nada.
Vacia. Perdida. Ensimismada.